lunes, 29 de diciembre de 2008

“Con pasión y perseverancia, cualquier sueño se puede cumplir”


Fernando Vásquez tiene 22 años y esta actualmente en décimo semestre de ingeniería en acústica y sonido en La Universidad de Las Américas. Su sueño siempre fue estudiar música. Alos 10 años su mamá lo inscribió en clases de piano, porque cuando estaba en la casa era muy hiperactivo. Estudio piano en el conservatorio por tres años.

En quinto curso sus papás le regalaron un bajo, inicialmente quería una batería pero nunca se la dieron porque ellos decían que iba a hacer mucho ruido y los vecinos se iban a quejar.

“En sexto curso, ya próximo a graduarme, empezó la indecisión. Quería estudiar ingeniería en audio en Brasil porque en esa época aquí no había esa carrera. Cuando estaba en sexto curso llegó a mi colegio un folleto de la UDLA y allí descubrí que habían abierto ingeniería en acústica y sonido. Fui el segundo matriculado en la carrera.”

Paralelamente a sus estudios empezó a hacer pasantías en Musiart, empresa encargada de distribuir equipos profesionales para audio, iluminación e instrumentos musicales. Después de un tiempo y algo de experiencia empezó a trabajar como asistente técnico en escenario, en eventos en el Coliseo General Rumiñahui. Llegó a trabajar en grandes conciertos como el de Serrat y Sabina, pero su pasión siempre fue trabajar en un estudio de grabación y aun más tener el suyo propio.

Fernando asegura que gracias a los talleres que tomó en la universidad y al asesoramiento de algunos de sus profesores se arriesgó a montar su propio estudio de grabación. La plata la sacó de sus ahorros y de un préstamo.

Invirtió todo el dinero en buenos equipos, pero le faltaba algo muy importante, el lugar.

Luego de pensarlo mucho llegó a un acuerdo con su hermano. Ellos decidieron compartir el cuarto y utilizar el que quedaba libre para montar el estudio de grabación.

Ya lleva un año con su propio negocio, allí varias bandas ecuatorianas han grabado sus demos.

El afirma que la mayor ventaja competitiva de su negocio son los precios bajos y la alta calidad y asegura que cuando trabajas con pasión y perseverancia, cualquier sueño se puede cumplir.

Lluvia y Rock

Todos los noticieros decían lo mismo “no había granizado así en los últimos treinta años”. Era cierto, Bogotá se encontraba cubierta de blanco granizo.

El parque Simón Bolívar, lugar donde se realizaba Rock al parque, parecía una postal del Central Park en invierno. Había llovido toda la mañana pero la gente no le importo e igual había acudido al evento.

Un chico con pelo largo y una camiseta de “Agent Steel” me dijo “tranquila llueve igual todos los años, no se preocupe”. Me calme mientras abría mi paraguas rojo.

“Nepenta” banda Colombiana de New metal comenzó su set, la gente se comenzaba a calentar mientras coreaba las canciones de la agrupación. Entonces un pequeño granizo golpeo mi paraguas haciendo un ruido que se camuflo con la estrepitosa música. Le siguió otro, y otro, y otro. Al poco tiempo miles de proyectiles caían del cielo cambiando el color del suelo, que al poco tiempo parecía tapado de nieve. Sin embargo la multitud seguía cantando y saltando. Parecía que el clima no les importaba en absoluto.

De repente la música paro, el grupo de músicos se miro desconcertados mientras buscaban apoyo de los técnicos de sonido. Luego un hombre flaco de pelo largo con una cara preocupada salió al escenario tomo un micrófono y anunció “Lamento decir esto pero por las condiciones climáticas nos vemos obligados a clausurar el evento el día de hoy, por favor miren las noticias para más información”. Después me entere que él era Daniel Casas el responsable de organizar Rock al parque. Un grito de descontento nació desde el público.

Una pelota de granizo voló por el aire y aterrizo justo en el lugar donde el organizador había estado hace un momento. El muchacho de pelo largo y camiseta de Agent steel preparaba otro pelota mientras gritaba “Justo en el día de metal marica”. Supe que era el momento de marcharme cuando vi que la multitud preparaba proyectiles de granizo. El hotel Tequendama, lugar donde se hospedaban las bandas invitadas al festival, parecía un hormiguero.

Miles de personas se encontraban en el lobby esperando alguna declaración de los organizadores. Por fin una chica con un megáfono indicó que, por la cancelación del primer día de festival se había reestructurado el evento y que lamentablemente se tenía que sacar a varias bandas del programa. La muchacha explico que el nuevo orden se daría a las ocho de la noche.

Las bandas se retiraron. Para la cena ya se había establecido los conjuntos que iban a tocar. En el restaurante del hotel algunos brindaban por su buena suerte mientras otros comían en silencio.

Al día siguiente Bogotá amaneció con un sol espectacular. El parque se comenzaba a llenar de jóvenes con crestas y camisetas negras. Por lo visto los metaleros habían quedado inconformes por la clausura de su día. “Triple X” banda de punk abrió el festival con relativo éxito. “Have Heart” de Estados Unidos logro manejar a un público disconforme que casi no aplaudió su presentación.

Entre los rodies del evento se oían comentarios poco esperanzadores. “Marica que mala vibra esta la gente” decía Alfredo Sarmiento mientras afinaba las guitarras de “Azafata” agrupación argentina. Cuando los bonaerenses salieron a tocar la gente los recibió de la peor manera. Los más educados les dieron la espalda y les lanzaron botella de coca cola llenas de lodo. El show no duro más que 20 minutos. Luego venia Rocola Bacalao de Ecuador. Era muy perceptible su nerviosismo, especialmente cuando los espectadores al ver los instrumentos de vientos del grupo comenzaron a corear “metal, metal”.

Los quiteños comenzaron su repertorio con fuerza y energía, contagiando al público que al poco tiempo comenzó a saltar y a bailar. A mitad de su set la gente estaba contenta y disfrutaba del show. La banda ecuatoriana termino su show con fuertes aplausos.Entonces rock al parque despertó. “Metal steel” gustó con su sonido progresivo y sinfónico.

“Carajo” de argentina con fuerza presento un show hard core que finalizo con Smells like teen spirit cover de la banda de grunge Nirvana. “Cuarteto de Nos” de Uruguay puso el matiz alternativo con temas de corte indie bien logrados. A pesar de ser incluidos a ultima hora, después de la cancelación de “Divididos”, los argentinos de “Catupecu Machu” demostraron por qué son una de las mejores bandas de rock en Latinoamérica.

Para finalizar la noche Ultrágeno de Colombia demostró un poder increíble interpretando de temas del metal de vieja escuela.El tercer día del festival se llevó a cabo sin ningún inconveniente. Entre las bandas destacadas estuvieron Bunkers de Chile con su rock retro con alusiones a “The Shadows”, “The Beatles” y “Led Zepellin”; los Amigos Invisibles que con su Venezuelan Gozadera prendieron la fiesta. Como clausura del evento “Aterciopelados” dejó en claro que a pesar de tener invitados muy buenos de todo el mundo, Rock al parque siempre será de los colombianos.

Así termino este festival, que se ha convertido en un icono en Latinoamérica. Una tarima donde todos los grupos sueñan estar. Un show que promueve la tolerancia la paz y sobre todo la música. La gente se retiraba triste del Simón Bolívar. Mientras salía satisfecha me encontré con un amigo de pelo largo y camiseta de “metal Steel” que con una sutil sonrisa cantaba una canción de Aterciopelados.

viernes, 12 de diciembre de 2008

La fuerza del funk


¡Que guapa esta la mesera! Dice un amigo mientras ella deja sobre nuestra mesa el segundo Gin Tonic de la noche. El Ananke esta repleto, me pregunto que espera la banda para comenzar a tocar. Los instrumentos esperan impacientes en el escenario: una fender strat, un mini mug, un bajo Erni Ball, mas atrás una batería híbrido entre una remo maple y una dw y a su lado un torna mesa con su mezcladora.

Por fin, ese personaje medio gordo y barbón, con un gesto en su cara como si alguien le debiera plata, sube al escenario y se presenta. – Buenas Noches soy Pepe Avilés y es un orgullo presentarles a “La Funk Familia”– Buen nombre pienso mientras los músicos, cinco chicos y tres chicas, salen del camerino. Me sorprende su pinta nada funkera, ni un solo vestigio de la vieja escuela: un afro, o tal vez una cadena de oro. Y ninguna influencia de la nueva escuela: esa moda hip-hop pero mas elegante y apretada.

Me gusta su puesta en escena: bajo, guitarra y piano al frente, listos para dar pelea; atrás en las trincheras batería y Dj preparados para luchar en cuanto sean llamados; y en una línea diagonal, las tres coristas, como las “Adelitas” atentas para prestar su ayuda. No hay ninguna introducción, solo el batero que cuenta “un, dos, tres, va”. Fuerte comienzo, la guitarra funkea brutalmente, el bajo y la batería grovean tan pegados que parecen un solo sonido. Las coristas cantan en terceras bien afinadas “Haber mijo haga espacio que llegó La Funk Familia”.

Los temas siguen pasando, todos con un estilo de funk muy agresivo. El pianista golpea las teclas del mug para crear frases incendiarias, mientras la guitarra, imitando el cliché impuesto por James Brown, repite un motivo una y otra vez. Las letras geniales, buenas melodías y elegante fraseo. La intensidad del concierto crece, justo cuando los espectadores clavan las uñas en las mesas para no ponerse a bailar, la banda sorprende con una balada funk. En este tema el Dj se luce, maneja los platos para soltar fragmentos del bandoneón de Astor Piazzolla tocando “La Maleva”. La batería acompaña con un clásico beat hip-hop.

El grupo se despide, la gente no los deja ir. El front man de la banda, que para mi sorpresa resulto ser el baterista, dice “Si nos quedamos es para que todos se paren a bailar” la gente emocionada se levanta mientras La Funk Familia finaliza su set. Los últimos temas son poderosos, el primero muy al estilo de “Galactic”: un riff de guitarra distorsionada hace de motivo para que el resto de instrumentos complementen. La segunda canción es más ligera perfecta para presentar a las músicos. Todos tocan buenos solos, pero el premio va para una corista que revienta con una escala blues en un registro altísimo, la gente estalla en aplausos. La banda deja el escenario contenta, la gente se precipita a la salida. Pedimos un último gin a la mesera mientras evaluó el concierto.

Una buena propuesta, no son la clásica banda funk en la que predomina las letras y la forma pero tampoco son la Jam Band en la que solo oyes solos interminables. En mi opinión una buena mezcla entre el estilo pop de Jamiroquai y los temas funk de Philadelphia Experiment. El sonido del grupo es sólido, las voces se usan tanto como líneas principales, como acompañamientos. El grove es muy parejo, seria interesante alguna mal crianza, una salida de tiempo entre el bajo y la batería. Lo único que puedo reprochar es la falta de explosión de una sección de vientos: el poder del trombón y la fuerza estridente de la trompeta. Aunque la banda trata de remplazar estos instrumentos con el piano y las voces, el color y el carácter no son los mismos.

Termino mi trago y camino a la salida feliz de ver un buen concierto con tan buena energía y sabor. Al salir veo a la mesera dictando su numero de teléfono al baterista de La Funk Familia, que sonriente lo anota en su celular. Solo se me viene a la mente una frase de la banda chilena los Tetas “No hay como resistir la fuerza del funk nena” .